CERTEZAS QUE SE DESVANECEN
Recesión mundial y precios de la energía disparados: el despegue de la Europa de posguerra quedó frenado en seco en los años setenta. Nuevos movimientos sociales plantaron cara al orden político establecido.
Con este agitado telón de fondo social y económico, la Comunidad Europea siguió construyendo el Mercado Común: así, Grecia, Portugal y España, tres países que acababan de sacudirse el yugo de la dictadura, se convirtieron en nuevos Estados miembros.
Severamente afectados por problemas estructurales, los países comunistas entraron en un período de declive, y en 1989 -—año del bicentenario de la Revolución Francesa— sus regímenes se derrumbaron a manos de revoluciones mayoritariamente pacíficas.
El final de la Guerra Fría brindó a los países europeos la oportunidad de un gradual acercamiento mutuo a través de la cooperación reforzada. Así, varios antiguos países comunistas iniciaron el proceso de adhesión a la Unión Europea, que doblará el número de sus Estados miembros. Los Estados convienen en ceder más y más competencias en aras de la eficacia supranacional.
Si bien la crisis financiera y del euro de 2008 ha demostrado el notable grado de unión entre los Estados de la Unión Europea, también es cierto que estos problemas evidencian las disfunciones y ponen a prueba la solidaridad europea.
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FINAL DEL BOOM
En 1973, los costes del petróleo se dispararon en un 70 % tras la decisión de los países árabes productores pertenecientes a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) de multiplicar su precio por cuatro. Como efecto colateral, se desencadenaron una crisis de la energía y una recesión mundiales que pusieron fin al boom europeo.
La creencia de Europa Occidental en un crecimiento ilimitado se hizo añicos y se produjo el declive de industrias tradicionales como la siderurgia y la minería, al tiempo que surgieron nuevos sectores tecnológicos y económicos. Los países de Europa Occidental tenían ahora que hacer frente a la dura realidad de un crecimiento bajo, inflación y desempleo masivo.
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La crisis energética afectó directamente a la vida cotidiana de la población, lo que obligó a la mayoría de los Gobiernos de Europa occidental a actuar. Se organizaron campañas contra el despilfarro y se impuso la prohibición de conducir los domingos para ahorrar combustible. Esta crisis mostró dolorosamente hasta qué punto las economías occidentales dependían de las importaciones de energía.
La cohesión social se vio amenazada por la recesión, debido a los crecientes niveles de desempleo, exclusión y alienación. En 1978 se emprendió una acción coordinada cuando varios sindicatos organizaron la primera marcha europea contra el desempleo, lo que supuso la europeización de las luchas sindicales y la toma de conciencia respecto de los intereses transnacionales.
La «última vagoneta de carbón» ilustra el declive de una industria pesada de larga tradición en la Europa capitalista. Esta industria, que llegó a estar en la vanguardia de la expansión europea de la posguerra, fue gradualmente sustituida en los años setenta por industrias de competidores internacionales más baratos como Taiwán, Corea del Sur o Brasil. Los países europeos apostaron por la energía nuclear para depender menos del petróleo extranjero.
DEMOCRATIZACIÓN EN EUROPA OCCIDENTAL
Inspirada por las «revoluciones» estudiantiles de finales de los años sesenta, una nueva generación anhelaba el cambio y estaba dispuesta a luchar por él. Hartos de las viejas actitudes y maneras de hacer las cosas, los jóvenes exigían más derechos individuales y más oportunidades de participar en la política.
Las dictaduras de Grecia, España y Portugal llegaron a su fin entre 1974 y 1975. Si bien los acontecimientos en sí fueron diferentes en cada caso, en su camino hacia la democracia los tres países experimentaron inestabilidad política, crisis económica y la necesidad de afrontar un doloroso pasado. Con el tiempo, los tres acabarían por formar parte de la Comunidad Europea.
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A lo largo de los años setenta, las mujeres fueron denunciando cada vez más la persistente desigualdad de derechos entre ambos sexos. Aunque la mayoría de ellas tenían derecho a voto, seguían siendo objeto de discriminación, y sus libertades en la vida pública y privada seguían restringidas. El feminismo emergió como una fuerza activa que aspiraba a poner fin al dominio patriarcal y a crear sociedades auténticamente igualitarias.
En Portugal, en 1974 un golpe militar acabó con la dictadura imperante. Diversos oficiales del ejército, partidarios de las reformas democráticas y económicas y de la descolonización, acabaron ganándose el apoyo de la opinión pública portuguesa. Bautizada como la «Revolución de los Claveles» por las flores colocadas en las armas de los soldados, su desarrollo esencialmente pacífico situó al país en la vía hacia la democracia.
Nacieron nuevos movimientos sociales, y los ciudadanos de Europa Occidental salieron a la calle para defender la igualdad de derechos de la mujer y del colectivo LGBT, el medio ambiente y la paz. Estas voces cuestionaban seriamente la capacidad de la democracia parlamentaria para responder a sus necesidades.
EL COMUNISMO BAJO PRESIÓN
Las contradicciones entre la propaganda comunista y la realidad de la vida cotidiana de la gente se hicieron cada vez más evidentes en los años setenta y ochenta. El estancamiento económico sustituyó al antes rápido crecimiento, y la deuda asfixió a los países.
A finales de los años ochenta, la escasez de alimentos, la vigilancia constante, la censura, las restricciones e incluso prohibiciones de viajar fuera del bloque comunista provocaban frustraciones y tensiones, en algunos casos insoportables, entre los ciudadanos de esos países. Estas frustraciones contribuirían a la caída final del comunismo en 1989.
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El dirigente comunista rumano Nicolae Ceaușescu describía su régimen como la «edad de oro». El culto a la personalidad que tanto él como sus funcionarios crearon alrededor de su persona fue probablemente uno de los más excéntricos de todos los regímenes comunistas. Bajo Ceaușescu, el pueblo rumano sufrió las peores formas de privación y represión que conocieran los países del Bloque Oriental.
Los años ochenta fueron testigo de una oposición cada vez mayor al régimen comunista, continuación de las revueltas de trabajadores iniciadas ya en los años cincuenta. Trabajadores en huelga de los astilleros de Gdańsk fundan el sindicato independiente Solidarność —Solidaridad— para exigir mejores condiciones y reformas políticas.
En el plazo de unos pocos meses, los ciudadanos de Europa Central y Oriental habían dado un empujón definitivo que acabaría resultando fatal para los regímenes comunistas que llevaban décadas controlándolos. Fueron cayendo uno tras otro como fichas de dominó y el Telón de Acero, símbolo de un continente dividido, desapareció.
HITOS DE LA INTEGRACIÓN EUROPEA II
Entre el Bloque Occidental y el Bloque Oriental se inició una fase de distensión de las relaciones. En 1975 se celebró en Helsinki (Finlandia) la Conferencia sobre la Seguridad y la Cooperación en Europa, que reunió a treinta y cinco países, incluidos los Estados Unidos y la Unión Soviética.
Los signatarios de la Declaración de Helsinki se comprometieron a respetar los derechos humanos y a cooperar sobre la base del reconocimiento del principio de no intervención en los asuntos internos de otros Estados. La Comunidad Europea logró introducir garantías en materia de derechos humanos que los disidentes utilizaron como instrumento de oposición al régimen comunista.
¿Qué es el mercado único? Es un espacio económico unificado en el que las personas, los capitales, los bienes y los servicios pueden circular libremente. El mercado único europeo había sido uno de los principales objetivos de la Comunidad Europea desde su fundación.
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- Conferencia de Helsinki
- Primeras elecciones directas al Parlamento Europeo
- Mercado único
- Ampliación hacia el sur
Aquí puede ver la firma de Aldo Moro, primer ministro de Italia y presidente del Consejo de la Comunidad Europea, al pie de la Declaración de Helsinki. En esta Conferencia, la Comunidad Europea tuvo por primera vez la oportunidad de hablar «con una sola voz» como actor diplomático de primer orden en la escena mundial.
El año 1979 constituyó un hito histórico para el refuerzo de la democracia en Europa, ya que tuvieron lugar las primeras elecciones al Parlamento Europeo por sufragio directo de los ciudadanos de los Estados miembros. Esta importante asamblea dejó así de ser elegida por los Parlamentos nacionales y se convirtió en el primer órgano internacional elegido directamente por sufragio universal.
UN NUEVO MAPA DE EUROPA
El mapa de Europa cambió de nuevo en 1989, con el nacimiento de nuevos Estados y la remodelación de las antiguas fronteras.
En 1990 nació, de manera pacífica y bajo supervisión internacional, la Alemania reunificada. No puede decirse lo mismo, sin embargo, para los países de la antigua Yugoslavia, donde las diferencias étnicas, culturales y religiosas ocasionaron cruentas guerras civiles y limpiezas étnicas.
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Las declaraciones de independencia de Eslovenia y Croacia condujeron a un conflicto armado que se extendió posteriormente a Bosnia y Herzegovina, con enfrentamientos entre diferentes grupos étnicos. El genocidio y la limpieza étnica se convirtieron en horribles marcas distintivas de una guerra que finalizó en 1995 con los acuerdos de paz de Dayton. Más tarde, el presidente serbio Milosevic y la cúpula militar del país recurrirían de nuevo a la limpieza étnica en Kosovo.
El 3 de octubre de 1990 Alemania se convirtió de nuevo oficialmente en un solo país. El continuo éxodo de ciudadanos del Este hacia el Oeste tras la caída del Muro de Berlín impulsó el proceso de reunificación. Asimismo, los resultados de las elecciones celebradas en Alemania Oriental demostraron que los ciudadanos estaban a favor de la reunificación. El Tratado de Reunificación fue fruto del acuerdo entre las naciones ocupantes de la posguerra, es decir, los Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia y el Reino Unido.
HITOS DE LA INTEGRACIÓN EUROPEA III
Les guste o no, los europeos se parecen cada vez más en su forma de vivir, aunque las distintas identidades culturales sigan vivas y arraigadas. Fronteras abiertas, mayor movilidad y mejores comunicaciones, misma legislación y moneda única... todo ello tiene su efecto. Un efecto al que podríamos llamar «europeización».
La Unión Europea está ahora políticamente más unida de lo que lo ha estado nunca, pero en su interior sigue siendo muy diversa. ¿Qué deparará el futuro? ¿Continuará integrándose Europa? ¿O volverá a fragmentarse? ¿Pasarán la prueba del tiempo sus convicciones fundacionales —la paz y las cuatro libertades—?
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Durante años, numerosos políticos, empresas y organizaciones de la sociedad civil habían propugnado la creación de una moneda única. Ya en 1969, los líderes europeos habían considerado la posibilidad de una unión económica y monetaria, y los años sesenta y setenta fueron escenario de manifestaciones públicas en favor de esa iniciativa.
En la segunda mitad del siglo XX Europa pasó de ser un continente de emigrantes a uno de inmigrantes. Al restringirse la inmigración legal, la ilegal empezó a incrementarse a partir de los años ochenta en adelante. Los objetos arrastrados a las costas tunecinas son un trágico símbolo de su odisea.
Los sucesivos rescates económicos, la responsabilidad de los contribuyentes y las polémicas medidas de austeridad nacionales se convirtieron en una auténtica prueba de fuego para la adhesión de la ciudadanía al proyecto europeo. Así, el euroescepticismo y los sentimientos anti-UE ganaron terreno: las ideologías nacionalistas y de extrema derecha cobraron nueva fuerza, y en algunos países, como por ejemplo Grecia, Hungría y España, se quemaron banderas europeas.
El número de Estados miembros se dobló con creces al término de la Guerra Fría. En 1995 se adhirieron Suecia, Finlandia y Austria, seguidos de diez países más en 2004. En 2007 se sumaron Rumanía y Bulgaria, y en 2013 Croacia.
¿Qué es la europeización? Es la aceptación y la aplicación de leyes comunes por parte de todos los Estados miembros de la UE, lo que promueve una convergencia creciente de intereses y de similitudes cada vez mayores. Estas leyes, que se conocen como acervo comunitario, han ido gestándose a lo largo de varias décadas, y los países que se adhieren a la UE deben integrarlas en sus ordenamientos jurídicos nacionales.
MEMORIA EUROPEA COMPARTIDA Y DIVIDIDA
Muchas cosas han cambiado en Europa en los últimos veinticinco años, desde la desaparición del comunismo. Documentos y archivos históricos que hasta la fecha permanecían bajo llave, son ahora accesibles y nos descubren las experiencias y recuerdos de víctimas de la represión. Consecuencia de ello es un cambio radical en la interpretación de la historia.
Los monumentos públicos, los lugares de memoria, el nomenclátor callejero, los museos, incluso los libros de texto, han sido cuestionados —y lo siguen siendo— en el proceso de recordar o de olvidar. La pregunta «¿Qué es la memoria europea?» cobra pues nueva relevancia.
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A partir de 1989, dejó de aceptarse el punto de vista comunista de la historia según el cual la Unión Soviética y el Ejército Rojo habrían liberado a Europa Central y Oriental del régimen nazi. Para muchos, la intervención soviética fue simplemente otra ocupación. Las estatuas y las placas de las calles de la era comunista se convirtieron en objeto de debate público y fueron retiradas o incluso destruidas.
En esta moneda de euro figura el esloveno Franc Rozman, un comunista que luchó valientemente contra la ocupación nazi en su país. La estrella roja de su pecho —símbolo del comunismo— aparece acompañada de las estrellas de la UE.
La apertura de antiguos ficheros y archivos secretos en los países poscomunistas fue fundamental para permitir que la población asumiera el pasado comunista. Finalmente, salía a la luz el verdadero alcance del espionaje y la represión por parte del Estado.