
"De Budapest"
Cuando la gente empezó a agotar todas las existencias de las tiendas, también yo quise procurarme una protección adecuada, a mi modo singular, por supuesto. Escogí la máscara del médico de la peste típica de los tiempos medievales. Tuve el convencimiento de que si funcionaba en la Edad Media, también ahora tendría su utilidad. Y la recibí justo a tiempo en abril. Con ella puesta hice mis compras, anduve por la calle y me desplacé en transporte público durante una semana. Allá por donde pasaba, las conversaciones enmudecían y la gente a mi alrededor se quedaba helada. Aún me llaman fotógrafos profesionales para hacerme fotos en la calle. Con pandemia o sin ella, no debemos perder nunca el sentido del humor, aunque bordee lo macabro.